6 nov 2015

Legrado



Cuando salí de la ecografía, todo parecía un mal sueño. Apreté fuerte los ojos para volver atrás, pero no sirvió de nada. Nos tocaba volver a perder. Y con ello volver a levantarse. 

Primero había que cerrar ese capítulo. Para ello teníamos que pasar por un aborto.



Hay dos formas de provocar un aborto; a través de pastillas o un el legrado. Yo claramente me decantaba por esa. Las razones son sencillas: con las pastillas tienes que expulsarlo, sangrar... Como una gran regla. En el anterior aborto siendo bioquímico fue así, mucha sangre, dolor y sobre todo lagrimas. Cada vez que ves esa sangre parece que es una parte de esa personita que no pudo ser. Además siempre queda el que no termines de expulsarlo y tengas que pasar igual por un legrado.



Como ya comente en mi anterior entrada, mi madre trabaja en el hospital de mi cuidad, justo en la especialidad de ginecología. Por lo cual en cuanto supe la noticia le llame a ella para gestionarlo todo.



En cuanto llegamos nos estaba esperando ya en la puerta. Ya había hablado con todo el mundo: la gine, el anestesista, las enfermeras...



Nunca he desayunado, no me gusta. Necesito tiempo para hacer hambre. Pero en el embarazo me había propuesto hacerlo a diario. Y ese día fue una faena que me tomara un zumo de naranja... Al entrar en quirófano debes tener el estómago vacío por la anestesia. Así que tocaba esperar...



Me volvieron a hacer una eco. Sabia el resultado, pero como que necesitaba cerciorarlo, comprobar que realmente se había parado. Y claro, el resultado no cambio.



Como teníamos que esperar, me empezaron poniendo unas pastillas para dilatar el útero. Algo incomodas, pero no dolorosas. Aunque si que me comentaron que podían doler.



Y ahí estaba yo, en la cama de un hospital esperando que me quitaran mi pequeño vikingo.



Pero no fue una experiencia traumática. Estaba todo el rato rodeada de gente. Don Gato estaba siempre a mi vera. Mi madre súper pendiente de todo, sin que me tuviera que preocupar por nada, y el equipo médico siempre con una bonita sonrisa. Por lo cual no era donde quería estar, claro, pero era la mejor manera de pasarlo.



Odio entrar en quirófano, me dan miedo. La anestesia, el no poder controlar nada... En ese momento solo pensaba en eso. Que miedo!



Cuando por fin digerí el maldito zumo, estaba preparada para entrar en el infierno quirófano. Y allí iba yo, en la camilla para terminar con un sueño que duró menos de lo esperado, pero que me dio más alegrías que ninguna.



Lo mejor de que tu madre trabaje en ginecología no es que ella se encargue de todos los papeles, o que organice todo. Es que entre contigo al quirófano. Entrar de la mano de tu madre en un situación así no tiene precio. Yo estaba como un flan, claro, pero tenerla allí hablándome y riéndonos, relaja.



Me pusieron la vía y lo que mide el pulso, y yo estaba a tope. El anestesista me dijo que me iba a dar algo para los nervios y fue maravilloso. De golpe todos los males desaparecieron. Estaba conciente, pero tranquilísima. Me pregunto una ciudad a la que viajaría y dije New York. Me encanta esa ciudad. Me encantaría volver. Y así de golpe, me quede grogui.



Cuando me despertaron me preguntaron por la cuidad, y efectos de la anestesia le dije New York, si, pero desvariaba de las cosas que ver y tal y mi madre y las de alrededor se partían de risa. Debí de ser muy graciosa...



Ya solo quedaba esperar a que se me pasara la anestesia, comer algo y para casa. Una de las primeras cosas que hay que hacer después de una operación es mear. Menos mal que soy tan meona que en eso no tardo nada.



Después me trajeron la comida. Como ya estaban fuera del horario de comidas dijo que me traería un poco lo encontrara. Fueron unas vainas, unas galletas María, un yogur y pan. Lo que mas me apetecía. Me supo riquísimo.



Después un rato mas y nos mandaron a casa. Era viernes, así que tenia hasta el lunes para recuperarme. No estaba mal, algún dolor y molestia de vez en cuando, pero nada que un ibuprofeno no quitara sin problemas.



Y así se acabo el breve pero fantástico sueño de mi pequeño Vikingo. No pudo ser, pero siempre le recordare con mucho cariño, fue una parte de nosotros durante un tiempo que fue largo, pero corto a su vez.



Nunca le dije adiós, solo; hasta luego.




5 comentarios:

  1. Ains imposible no leerte y recordar aquella alegría ;(
    Y como tu dices, ya que tuvisteis que pasarlo pues me alegro de que fuese de la mejor manera posible y acompañada de tu mamá también.

    Un beso cielo

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    1. La verdad es que tranquiliza mucho ir de la mano cuando lo estas pasando mal. Pero bueno, hay que recomponerse y continuar!
      SHOW MUST GO ON! :)

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    2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Que dolor tan grande,siemto que tuvieras que pasar por esto, sin duda que este tu madre brindandote su amor y contencion fue de gran ayuda, espero que pronto puedas lograr cumplir tu sueño, un beso

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    1. Gracias. La verdad es que no te imaginas que después de todo el sufrimiento tu sueño va a acabar así, pero hay que recomponerse y seguir! Esto no ha acabado ;)

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